El misterioso libro negro
Dycedarg Baleins el Miér Jul 08, 2009 4:52 pm
.3er día de la segunda dekhana de Khes
Carta urgente al Maestro de Libros Custodio de la Sabiduría de Palanthas:
Maestro, me dirijo hacia usted con la más humilde petición de que revise la trascripción del manuscrito que a continuación le hago llegar.
Estos años en los que me encomendó la tarea de investigar al Tirano no han pasado en vano. Las largas horas de trabajo de campo, la búsqueda en las viejas bibliotecas de las ciudades, el estudio de los libros de historia de las autoridades eclesiásticas y las entrevistas con gente de todas clases sociales; eruditos, bardos, druidas, filósofos, magos, hasta cantineros. Por fin maestro, por fin veo que mis investigaciones han dado frutos.
Cerca de los límites del reino de Isengard, en las ruinas de una ciudad al este que tenía por nombre Anta. He encontrado una serie de rollos y un libro de pasta negra, que parecen genuinos. Estaban resguardados en una vieja construcción, al parecer una posada. Dentro de las ruinas del lugar hay un cuarto escavado en el suelo con paredes formadas por barro cocido, es una especie de sótano, y tiene indicios de que era ocupado como dormitorio. En ese cuarto, dentro de un baúl con el símbolo real del fénix negro los he hallado. Su condición no es la mejor, pero aún así pueden ser estudiados. Por el tipo cofre encontrado, con el emblema del Tirano, la manufactura del libro y de los rollos y, el estilo de escritura, parece ser que fueron creados en la Segunda Era lo cual es un punto a favor para tratar de determinar su origen y su relación con el Fénix.
Me he centrado en la lectura de los rollos primero, y contienen datos muy interesantes. Al parecer, aquí se encuentra escrito parte de lo que hemos estado buscando, la razón de la investigación y de mi viaje. Aunque es poco el material que le proporciono en este momento, por lo cual le ofrezco mis más sinceras disculpas, espero pueda comprender lo difícil de esta situación por las condiciones en las que estoy trabajando.
Aunque los textos se encuentran escritos en una lengua común, la misma, utiliza palabras que me son de difícil compresión y antiguas. Además de que esta lleno de alegorías y regionalismos, propios de la persona que los escribió. Por eso mismo cuando transcribo cada palabra procuro que sea lo más apegada posible a la fuente original. Aunado a que estas son tierras hostiles y cada movimiento que haga podría llamar la atención a personas non gratas.
Sin más por el momento me dedico a escribirle lo que llevo de la reconstrucción de unas cuantas líneas de uno de los muchos rollos encontrados junto con el libro negro. Pronto espero poder hacerlo con una cronología adecuada y de manera más completa…
Sangre, escalofríos y terror… esa fue la primera impresión que recibí de golpe, después de que mi maestro decidiera bajar su espada y de un tajo acabar con todo lo viviente, esa era la manera en la que cumplía su promesa.
Mis sentidos estaban sobrecogidos, solo se podía escuchar el grito de los hombres, mujeres y niños pedir clemencia, suplicar por no sufrir más dolor, y su llanto, desesperado al saber que sus vidas estaban por acabar. El sonido de las herraduras y el relinchar de los caballos; su galope en un ir y venir sin final, el metal chocando contra metal, ó contra la carne, y el sonido de los huesos romperse. A mi nariz solo llegaba el olor penetrante de la sangre derramada, y el humo pesado hacia que todo diese vueltas en mi cabeza; era difícil respirar esa atmósfera cargada y pesada. A mi boca solo llegaba el sabor del hollín y la ceniza de la ciudad arrasada por el fuego, sabores mezclados con lo saldado de la sangre y una sensación amarga que sentía subir desde mi estomago. Mi piel estaba empapada de sudor y la sentía viscosa, allá donde mi propia sangre y la que me salpicada de aquellos a los que iba arrebatando vidas caía. Lo que veía con mi único ojo, presenciaba lo que era el caos mismo personificado, era el terror que justificaba lo que mis demás sentidos me decían.
Mi cuerpo temblaba mientras mis manos se cerraban fuertemente a mi espada. Sentía dolor y cansancio por esta empresa que parecía no tener fin. En este momento, cuando la sangre hierve en mi cabeza y mi corazón golpea tan fuerte mi pecho que amenaza con salir de él, veo pasar todo con una lentitud exagerada.
Un campesino se abalanza sobre mí con una hoz queriendo atravesarme, sin embargo sus movimientos son tan torpes y aletargados, que me es fácil dar un paso atrás y luego arremeter con mi espada al frente sintiendo como atravieso su vientre.
Así comenzó todo para mí. Salí de mi casa, para volverme un hombre, y me he vuelto un asesino, una espada más, para que la venganza de mi señor sea llevada acabo. Es en esta danza macabra que viene a mi mente la manera en que pasó todo…
Aún recuerdo cuando lo conocí, eran dos viajeros que llegaron a nuestra casa pidiendo posada. Ambos parecían caballeros, ataviados en una armadura negra, en sus monturas y con espadas a la cintura, su piel era quebradiza y sonrojada por lo que pareciera todo un verano en peregrinación. Él, mi maestro, era un hombre imponente, no muy alto, pero tenía un porte tan refinado y distinguido, que el cansancio y el viaje no habían mermado en él. Era tan grande la impresión que dio en mi padre y nuestra familia, que mi padre comento que era indudable que había nacido en una cuna noble. El otro, su compañero parecía mas bien un soldado experimentado, de carácter sencillo y callado, sin embargo se trataban con igualdad y respeto.
Mi maestro fue el que hablo cuando llegaron a los límites de nuestra casa, su voz era lastimosa, gruesa y ronca. Hablaba con dificultad y se observaba el esfuerzo que le producía hacerlo, fue cuando me di cuenta que siempre traía unas telas que le cubrían el cuello.
Mi padre un hombre desconfiado, pero generoso cedió a la petición de posada, con la condicionante de que dejaran sus armas con él, y como un buen anfitrión no acepto ninguna paga por ello. También se les concedió aparte del hospedaje, buen alimento para ellos y sus monturas.
Así fue que conocí sus nombres. El primero, mi maestro se hacía llamar Dycedarg Baleins, y el segundo, su compañero de viaje, era Harick, carecía de apellido, lo cual confirmaba que su ascendencia no tenia importancia y por lo cual, deduje, había nacido en cuna pobre.
Cuando llegaron a mi casa ya estaba anocheciendo así que mi contacto con ellos fue nulo. Yo solo miraba perplejo aquellos dos hombres, como ambos se deshicieron de sus armas y las entregaron enfundadas a mi padre. Este los guió a una de las casas secundarias de la hacienda y los dejó descansar allí.
Se quedaron unos 3 o 4 días no recuerdo con exactitud, lo que sí recuerdo es que mi padre en esos días se intereso por que mi hermana, la menor de todas ellas, entablara relación con el. Al parecer mi padre incluso hablo con el noble, afortunadamente para mi familia y mi hogar, no se mostró muy interesado en desposarse y quedarse a vivir en mi casa.
El día que mi maestro aviso que era tiempo de retirarse, mi padre hizo que se preparase una cena en honor a su despedida, no lo mencionó, pero llegue a notar cierta desilusión de su parte, al ver que mi maestro estaba dispuesto a marchar y no a quedarse y desposar a Ambré, mi hermana. Sin embargo durante la cena me enteraría de la noticia que cambiaria mi vida para siempre de una forma definitiva. Mi padre, al saber que mi maestro se iba de la hacienda a la mañana siguiente, le pidió que me llevara como escudero, para volverme un hombre de mundo, aprendiera de las artes sutiles de la nobleza y supiera lo que es empuñar una espada.
Lo que mi padre no sabía es que nunca regresaría a mi hogar, ver a mis hermanas y hermanos, sentarme al calor del hogar de la casa principal de la hacienda, y disfrutar lo que alguna vez fue mi vida…
Maestro, esto es todo lo que llevo traducido al momento. Como puede darse cuenta, se menciona el nombre de Dycedarg Baleins, por lo cual nos lleva a pensar que pueden ser las memorias de alguien a quién este hombre maldito, que ha causado tantos problemas, tomo bajo su tutela, tomando en consideración que el que escribe le llama maestro.
Todo esto me lleva a suponer varias teorías, que no tiene caso que mencione por el momento. Seguiré trabajando en estos papeles, aunque el trabajo tiene que ser lento ya que a veces hay que tratar con tanto cuidado las hojas del papel, por que si no se hace apropiadamente se hacen polvo en los dedos. Estaré enviando mas cartas con fragmentos de lo que vaya traduciendo en los pedazos recuperables de los rollos, cuando los agote, trabajaré en el libro de pasta gruesa.
El equinoccio de primavera ha pasado hace unos pocos días y ahora los caminos ya son transitables de nuevo. Los días se están volviendo calurosos y soleados y la nieve y el hielo se van derritiendo. Espero pronto recibir su respuesta maestro.
Atentamente
Luxor D. Borgian
Investigador de Geografía e Historia de la segunda Era, del colegio de Palanthas
Dycedarg Baleins el Miér Jul 08, 2009 4:52 pm
.3er día de la segunda dekhana de Khes
Carta urgente al Maestro de Libros Custodio de la Sabiduría de Palanthas:
Maestro, me dirijo hacia usted con la más humilde petición de que revise la trascripción del manuscrito que a continuación le hago llegar.
Estos años en los que me encomendó la tarea de investigar al Tirano no han pasado en vano. Las largas horas de trabajo de campo, la búsqueda en las viejas bibliotecas de las ciudades, el estudio de los libros de historia de las autoridades eclesiásticas y las entrevistas con gente de todas clases sociales; eruditos, bardos, druidas, filósofos, magos, hasta cantineros. Por fin maestro, por fin veo que mis investigaciones han dado frutos.
Cerca de los límites del reino de Isengard, en las ruinas de una ciudad al este que tenía por nombre Anta. He encontrado una serie de rollos y un libro de pasta negra, que parecen genuinos. Estaban resguardados en una vieja construcción, al parecer una posada. Dentro de las ruinas del lugar hay un cuarto escavado en el suelo con paredes formadas por barro cocido, es una especie de sótano, y tiene indicios de que era ocupado como dormitorio. En ese cuarto, dentro de un baúl con el símbolo real del fénix negro los he hallado. Su condición no es la mejor, pero aún así pueden ser estudiados. Por el tipo cofre encontrado, con el emblema del Tirano, la manufactura del libro y de los rollos y, el estilo de escritura, parece ser que fueron creados en la Segunda Era lo cual es un punto a favor para tratar de determinar su origen y su relación con el Fénix.
Me he centrado en la lectura de los rollos primero, y contienen datos muy interesantes. Al parecer, aquí se encuentra escrito parte de lo que hemos estado buscando, la razón de la investigación y de mi viaje. Aunque es poco el material que le proporciono en este momento, por lo cual le ofrezco mis más sinceras disculpas, espero pueda comprender lo difícil de esta situación por las condiciones en las que estoy trabajando.
Aunque los textos se encuentran escritos en una lengua común, la misma, utiliza palabras que me son de difícil compresión y antiguas. Además de que esta lleno de alegorías y regionalismos, propios de la persona que los escribió. Por eso mismo cuando transcribo cada palabra procuro que sea lo más apegada posible a la fuente original. Aunado a que estas son tierras hostiles y cada movimiento que haga podría llamar la atención a personas non gratas.
Sin más por el momento me dedico a escribirle lo que llevo de la reconstrucción de unas cuantas líneas de uno de los muchos rollos encontrados junto con el libro negro. Pronto espero poder hacerlo con una cronología adecuada y de manera más completa…
Sangre, escalofríos y terror… esa fue la primera impresión que recibí de golpe, después de que mi maestro decidiera bajar su espada y de un tajo acabar con todo lo viviente, esa era la manera en la que cumplía su promesa.
Mis sentidos estaban sobrecogidos, solo se podía escuchar el grito de los hombres, mujeres y niños pedir clemencia, suplicar por no sufrir más dolor, y su llanto, desesperado al saber que sus vidas estaban por acabar. El sonido de las herraduras y el relinchar de los caballos; su galope en un ir y venir sin final, el metal chocando contra metal, ó contra la carne, y el sonido de los huesos romperse. A mi nariz solo llegaba el olor penetrante de la sangre derramada, y el humo pesado hacia que todo diese vueltas en mi cabeza; era difícil respirar esa atmósfera cargada y pesada. A mi boca solo llegaba el sabor del hollín y la ceniza de la ciudad arrasada por el fuego, sabores mezclados con lo saldado de la sangre y una sensación amarga que sentía subir desde mi estomago. Mi piel estaba empapada de sudor y la sentía viscosa, allá donde mi propia sangre y la que me salpicada de aquellos a los que iba arrebatando vidas caía. Lo que veía con mi único ojo, presenciaba lo que era el caos mismo personificado, era el terror que justificaba lo que mis demás sentidos me decían.
Mi cuerpo temblaba mientras mis manos se cerraban fuertemente a mi espada. Sentía dolor y cansancio por esta empresa que parecía no tener fin. En este momento, cuando la sangre hierve en mi cabeza y mi corazón golpea tan fuerte mi pecho que amenaza con salir de él, veo pasar todo con una lentitud exagerada.
Un campesino se abalanza sobre mí con una hoz queriendo atravesarme, sin embargo sus movimientos son tan torpes y aletargados, que me es fácil dar un paso atrás y luego arremeter con mi espada al frente sintiendo como atravieso su vientre.
Así comenzó todo para mí. Salí de mi casa, para volverme un hombre, y me he vuelto un asesino, una espada más, para que la venganza de mi señor sea llevada acabo. Es en esta danza macabra que viene a mi mente la manera en que pasó todo…
Aún recuerdo cuando lo conocí, eran dos viajeros que llegaron a nuestra casa pidiendo posada. Ambos parecían caballeros, ataviados en una armadura negra, en sus monturas y con espadas a la cintura, su piel era quebradiza y sonrojada por lo que pareciera todo un verano en peregrinación. Él, mi maestro, era un hombre imponente, no muy alto, pero tenía un porte tan refinado y distinguido, que el cansancio y el viaje no habían mermado en él. Era tan grande la impresión que dio en mi padre y nuestra familia, que mi padre comento que era indudable que había nacido en una cuna noble. El otro, su compañero parecía mas bien un soldado experimentado, de carácter sencillo y callado, sin embargo se trataban con igualdad y respeto.
Mi maestro fue el que hablo cuando llegaron a los límites de nuestra casa, su voz era lastimosa, gruesa y ronca. Hablaba con dificultad y se observaba el esfuerzo que le producía hacerlo, fue cuando me di cuenta que siempre traía unas telas que le cubrían el cuello.
Mi padre un hombre desconfiado, pero generoso cedió a la petición de posada, con la condicionante de que dejaran sus armas con él, y como un buen anfitrión no acepto ninguna paga por ello. También se les concedió aparte del hospedaje, buen alimento para ellos y sus monturas.
Así fue que conocí sus nombres. El primero, mi maestro se hacía llamar Dycedarg Baleins, y el segundo, su compañero de viaje, era Harick, carecía de apellido, lo cual confirmaba que su ascendencia no tenia importancia y por lo cual, deduje, había nacido en cuna pobre.
Cuando llegaron a mi casa ya estaba anocheciendo así que mi contacto con ellos fue nulo. Yo solo miraba perplejo aquellos dos hombres, como ambos se deshicieron de sus armas y las entregaron enfundadas a mi padre. Este los guió a una de las casas secundarias de la hacienda y los dejó descansar allí.
Se quedaron unos 3 o 4 días no recuerdo con exactitud, lo que sí recuerdo es que mi padre en esos días se intereso por que mi hermana, la menor de todas ellas, entablara relación con el. Al parecer mi padre incluso hablo con el noble, afortunadamente para mi familia y mi hogar, no se mostró muy interesado en desposarse y quedarse a vivir en mi casa.
El día que mi maestro aviso que era tiempo de retirarse, mi padre hizo que se preparase una cena en honor a su despedida, no lo mencionó, pero llegue a notar cierta desilusión de su parte, al ver que mi maestro estaba dispuesto a marchar y no a quedarse y desposar a Ambré, mi hermana. Sin embargo durante la cena me enteraría de la noticia que cambiaria mi vida para siempre de una forma definitiva. Mi padre, al saber que mi maestro se iba de la hacienda a la mañana siguiente, le pidió que me llevara como escudero, para volverme un hombre de mundo, aprendiera de las artes sutiles de la nobleza y supiera lo que es empuñar una espada.
Lo que mi padre no sabía es que nunca regresaría a mi hogar, ver a mis hermanas y hermanos, sentarme al calor del hogar de la casa principal de la hacienda, y disfrutar lo que alguna vez fue mi vida…
Maestro, esto es todo lo que llevo traducido al momento. Como puede darse cuenta, se menciona el nombre de Dycedarg Baleins, por lo cual nos lleva a pensar que pueden ser las memorias de alguien a quién este hombre maldito, que ha causado tantos problemas, tomo bajo su tutela, tomando en consideración que el que escribe le llama maestro.
Todo esto me lleva a suponer varias teorías, que no tiene caso que mencione por el momento. Seguiré trabajando en estos papeles, aunque el trabajo tiene que ser lento ya que a veces hay que tratar con tanto cuidado las hojas del papel, por que si no se hace apropiadamente se hacen polvo en los dedos. Estaré enviando mas cartas con fragmentos de lo que vaya traduciendo en los pedazos recuperables de los rollos, cuando los agote, trabajaré en el libro de pasta gruesa.
El equinoccio de primavera ha pasado hace unos pocos días y ahora los caminos ya son transitables de nuevo. Los días se están volviendo calurosos y soleados y la nieve y el hielo se van derritiendo. Espero pronto recibir su respuesta maestro.
Atentamente
Luxor D. Borgian
Investigador de Geografía e Historia de la segunda Era, del colegio de Palanthas
Magistral
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