El sendero

Historia de los inicios de una Valkyria. Ahora voy a donde el viento me lleve… A veces me llega el vago recuerdo de mis padres… iba con ellos a todas partes, se dedicaban a viajar de ciudad en ciudad, haciendo espectáculos para agradar a las personas y llevando historias, por las que pagaban mucho dinero los señores feudales. En ocasiones entrábamos a los pueblos y las personas notaban la vestimenta de mi padre y le pedían que les hiciera un acto o les contara una historia de los eventos ocurridos en los reinos vecinos. Pero sólo contestaba que ya se enterarían que asistieran a la plaza a las seis de la tarde.          A las seis de la tarde era la hora acostumbrada y perfecta para realizar los actos, yo tenía un violín pero solo tocaba para llamar la atención del público, una alegre melodía para que se acercaran las personas. Se acomodaban alrededor y mi madre se quedaba como estatua viviente en el centro y cuando mi padre comenzaba a tocar su flauta transversa comenzaba el

en una mañana tranquila, el pequeño pueblo en las faldas de la montaña inicia sus labores, las calles de piedra gris con sus pequeños jardines, y sus casas de clásica construcción enana y gnoma van anunciando un día de intensas actividades,  los viajeros descansados, toman un receso en la taberna del pueblo mientras un exquisito desayuno está siendo servido, el desayuno transcurre apaciblemente iluminado por los rayos del sol que atraviesan las ventanas de madera  mientras las motas de polvo son levantadas por la matrona que limpia  poco a poco de un momento a otro se siente un suave temblor y  los viajeros  inmediatamente se ponen a la defensiva mientras la matrona con voz pasiva los regaña para que mantengan sus lugares y disfruten de tan frugal desayuno, que consistía de una variedad de seleccionados cortes de carne gratinados con un suave rocío de mantequilla,  con guarniciones de papas horneadas con tocino y embutidos y cebollas; comida que engulleron los viajeros llamados: Barr